Viaje a la libertad económica

Viaje a la libertad económica

Viaje A La Libertad Económica es el segundo libro del ya famoso economista español Daniel Lacalle, que se ha convertido en un habitual de los medios con sus artículos en su blog Lleno de energía, sus apariciones en las televisiones, y su bastante activo twitter. Ya hemos recomendado su primer libro Nosotros, los mercados, y si hubiera que compararlos rápidamente habría que decir que el primero es quizá más entretenido y con algo más de interés en el mundo de la inversión, una especie de paseo iniciático por el mundo de los mercados, y este segundo es más sesudo centrado en la economía desde una visión de la escuela austriaca o liberal, y quizá también algo más insistente en sus argumentos e ideas.

«Los sistemas intervencionistas siempre piensan en los pobres. Por eso cada año crean millones de ellos.»

En la primera parte, Despertar, relata sus orígenes familiares e ideológicos y la evolución de su pensamiento hasta convertirse en uno de los referentes del liberalismo español (del de verdad, no el de la política española).

«Benjamin Franklin decía que «la sociedad que entrega parte de su libertad a cambio de algo de seguridad no merece ninguna de las dos, y perderá ambas».»

La segunda parte del libro, Viaje por el mundo, es seguramente la más interesante del libro, en un tono entre el de hombre de negocios/inversor y el de un periodista económico a lo Michael Lewis en Boomerang: Viajes al nuevo tercer mundo europeo (por cierto muy recomendable) que viaja por el mundo recorriendo países ejemplares de libertad económica o de intervencionismo y control estatal, comparando la evolución de sus economías y el presente y futuro a los que éstas destinan a sus ciudadanos.

«La razón del gran fracaso del socialismo en el mundo es simple: los que no hacen se benefician de los que sí. No hay incentivos para los que se esfuerzan, y hay premios para los que eluden labor y responsabilidad. No se recompensa la excelencia, pues nunca se llega a ella, ya que la mayoría empuja hacia abajo.»

La tercera parte del libro es a la vez la más cercana pero también la menos novedosa, España. En ella y tras haber aprendido de su pensamiento económico y de como van las cosas por el mundo el autor recomienda sus recetas para nuestro país. Critica la tendencia nacional a esperar que sea la intervención del estado la que arregle casi todos los problemas, lo que solo hará a veces, mientras que lo que si hace seguro es ir aumentando su (nuestra) deuda pública. Recuerda la paradoja de la tasa de paro tan alta a la que casi nos hemos acostumbrado mientras que la figura pública del empresario (que es quien suele crear empleo) tiene mala fama. Defiende como hace en la segunda mitad la simplificación de las regulaciones (que no la desregulación) y la disminución de impuestos para incentivar la actividad económica y con ello puede que la recaudación final.

«En consecuencia, no fue la desregulación y liberalización lo que generó la crisis financiera, que simplemente no existía antes de bajar tipos e imprimir moneda como si fuese una carrera hacia el infierno. Fueron los incentivos del dinero fácil. ¿Quién pone el dinero fácil? Los Estados y sus bancos centrales. Luego, como no puede ser de otra manera, echan la culpa a los mercados.»

Se trata de un libro imperfecto pero necesario, que puede ser un estupendo regalo para ese amigo o familiar que confía que si en las próximas elecciones cambia el gobierno «arreglen» lo del paro o que piensan que lo de que la deuda pública la debemos entre todos «no es realmente así». Y quizá para mal, de igual o mayor actualidad ahora que cuando fue publicado hace 20 meses.

Puntuación: 3’5/5.

«Posiblemente, España es el país europeo en el que más se espera del Estado y de «lo público». Según un estudio comparado llevado a cabo por la Fundación BBVA en diez países occidentales, el porcentaje de españoles que pide a las instituciones públicas amparo y protección es, en promedio, casi 25 puntos más elevado que en el conjunto de los demás países de la Unión Europea. Un 62 % cree que la economía funciona mejor cuando el Estado supervisa su funcionamiento y un 65 % afirma que es el Estado el que, en primer lugar y ante todo, tiene la obligación de proteger y ayudar a las personas más necesitadas. Curiosamente, según Demoscopia, más del 60 % de la población achaca a «los políticos» los problemas del país. Pero no parece que nos demos cuenta de que entregar tal cantidad de nuestro destino al Estado es precisamente lo que hace que el abuso del Estado sea más fácil y tolerado.»

Si quieres más información o leerlo:

Viaje A La Libertad Económica

Podéis leer gratis el primer capítulo aquí.

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